Puede que en algún caso así sea, pero también los hay en los cuales el factor determinante es una voluntad fuerte.
Del mismo modo se suele pensar que la falta de reacción ante una agresión y la respuesta sincera y directa es muestra de indiferencia; o que resulta de la indiferencia el respetar que alguien se aleje, cuando muchas veces no es más que una gran voluntad haciendo lo que debe hacerse y guardándose de una actitud egoísta llena de afectación y reproches.
Creo firmemente que cada uno siente tanto dolor como es capaz de soportar, y la gente de gran voluntad es capaz de soportar dolor en dosis muy altas.
Tampoco es justo envidiar la fortuna en una persona que puede sonreír. Quizás no se trata ni más ni menos que de una gran voluntad levantándose sobre un dolor inimaginable; y probablemente, si uno estuviera en ese ansiado lugar, estaría nuevamente lamentando la mala fortuna del destino.
Hace muchos años presencié una partida de ajedrez donde las blancas aventajaban a las negras de manera evidente. Entonces, quien comandaba el lado negro comenzó a lamentarse en tal insoportable grado, que el jugador que llevaba las blancas le propuso dar vuelta el tablero y continuar con los lados invertidos. Quien manejaba las negras pasó a manejar las blancas y viceversa. Al poco rato, eran las negras quienes tomaron ventaja, con lo que nuevamente comenzaron las quejas. Los cambios de lado se sucedieron varias veces, siempre con el mismo resultado.
Esta pequeña historia guarda un sentido accesorio pero no menos importante: Quien no esté dispuesto a perder jugando al ajedrez, que no juegue.
Saludos. Esta entrada no la había visto. El tercer párrafo me resulta muy fuerte. Habla de una corrección absoluta. Como si el personaje fuese un héroe por hacer lo que debe hacerse. Me pregunto si no esconde algo tanto corrección. Una vez me contaron un cuento de un boxeador que se negaba a dar pelea por "dejarle el premio al oponente". Todos lo aplaudieron. Pero yo me preguntaba si el peleador lo había hecho de generosidad, o por no poder pelear por el premio para sí mismo, no por miedo a la pelea. Sino por miedo a la victoria. Se hace desear la siguiente entrada que hay que revisar las viejas.. ANV
ResponderEliminarUna cosa es un boxeador que no quiere ganar una pelea. Otra muy distinta es un enamorado no correspondido. Cuando no te valoran, o cuando simplemente te quieren lejos, seguir no es pelear una batalla, es necedad y una falta de respeto hacia el otro y hacia uno mismo.
ResponderEliminarSi se pusieron las cartas del amor sobre la mesa, y el otro se fue al mazo por falta de iguales... Termina el juego. El adolescente tira la mesa por la ventana y las fichas al contrincante. El adulto se retira dignamente y aprende. Para jugar mejor el siguiente. ANV
EliminarMe gusta mucho este último comentario. Gracias ANV!
EliminarUn placer.
EliminarDe todas formas, tengo una teoría personal. El personaje principal rebotó con "una" primera y no se anima a poner de forma definitiva las cartas con la segunda. Y como escudo protector asume que ésta no tiene cartas iguales. Muy especialmente luego del diálogo de "Ella se lo pierde", en dónde no respondió nunca a la pregunta: "ella", sabe? Es la magia de un escrito, uno se encariña con los personajes y se arma su propia ficción, esperando que tengan un final feliz. ANV
Las historias que se pueden evocar son de una variedad infinita, con distintas complejidades. Mis personajes no asumen, saben. El sabe, ella sabe. Se juegan cosas importantes, muy importantes, la vida misma. No son semanas ni meses, son años de lucha sin descanso. Y lo que está en juego es tan valioso, que solo se abandona cuando lo único que queda por perder es la más profunda y última dignidad humana. El amor lo vale todo, el amor es la elección siempre; menos cuando pasa por sobre la más elemental de las dignidades. La última elección siempre debe ser la propia vida. Si el destinatario del amor más profundo se comporta de manera tan miserable, hay que hacer como el hombre atrapado en una trampa para osos: Cortarse el miembro atrapado para seguir viviendo, como sea.
EliminarQuedarse en el lamento como objeto de desprecio es abandonarse en la tragedia sin pelear. Porque a veces quedarse significa abandonar la lucha, abandonarse uno. Y retirarse significa seguir luchando de pie, en busca de la mejor de las vidas posibles, para que nos lleven las Valkirias en lugar de la más acre de las amarguras.
Hay que ser muy hombre, para dejarse llevar por una guerrera montada en un Lobo. Que lo encuentre su Valkiria entonces, y pueda dejarse llevar por ella. Le deseo que este personaje se desee un final feliz, aunque sea en tierra desconocida. Le deseo que tenga oportunidad, voluntad y mucho coraje para aprender a dejarse amar, vulnerable además de amar, fuerte. ANV
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