Avanti, bersaglieri, che la vittoria é nostra!
sábado, 11 de mayo de 2013
El sentido de la vida
Hace unos días me hicieron la siguiente pregunta, de la cual hago casi una transcripción:
“¿Para qué estamos en la vida? ¿Para trabajar 10 hs por día, viajar 4, trabajar todo el año... ? … ¿y así sucesivamente hasta que morimos? .... ¿hay algo más?
¿Por qué cuando tenemos todo lo que pensamos que queremos aún nos sentimos vacíos?”
Aclaración...
No podían tirarme una pregunta más complicada (¿Me tienen demasiada fe o me están tirando al bombo?). Pensaba evadir el pedido ¿Cómo se da una respuesta a la cuestión más complicada y más pensada de la historia de la humanidad? Una pregunta que pensaron tantos cráneos. Y sí, justo yo voy a poder agregar algo ¡Qué esperanza!
Pero nobleza obliga. Además las cuestiones imposibles me tientan, y si hay algo a lo que no puedo resistirme es a las tentaciones.
En fin. Lo mejor que puedo hacer es hablar exclusivamente por mí. Tengan en cuenta que en esta cuestión estamos todos en bolas y a los gritos.
Primero, me pongo un poco serio y encaro la necesidad de sentido.
Todo lo que uno paga con sufrimiento se acepta si tiene una vuelta de rosca que te deja algo bueno a cambio. Ese sería el sentido que te hace aceptar algún tipo de dolor. El peor sufrimiento es el que carece de sentido.
La posibilidad de extinción de la conciencia es uno de los peores sufrimientos del hombre y existe justamente porque existe la vida y la conciencia, y porque toda vida implica muerte, y lo más importante: el hombre lo sabe. Entonces, ¿qué cosa puede tener una necesidad de sentido más suprema que la vida, para poder aceptar así la muerte que implica?
El problema es que no nos basta simplemente con vivir unos cuantos años como compensación de la muerte. Necesitamos algo más, un sentido que justifique una trama tan trágica.
¿Y entonces?
No hay un sentido implícito, objetivo, más allá de uno mismo.
Cada uno tiene que ver cómo carajo encuentra una justificación al asunto, a su manera, totalmente individual, personal. Claro que el tema se puede evadir de distintas formas, pero el vacío siempre nos recuerda que la cuestión está ahí, inexorable.
Vacío, soledad, ese gustito amargo al final de cada trago, es la cuestión última levantando la mano y diciendo “presente”. Y al no haber una respuesta unánime, al estar solos cada uno con su propia búsqueda, al no haber una respuesta que sirva a más de uno, quedamos solos frente a la cuestión. Por acompañados que estemos, esta inquietud nos deja solos y desamparados.
Según The Hitchhiker's Guide to the Galaxy, un grupo de exploradores de una raza de seres pandimensionales e hiperinteligentes construyen Pensamiento Profundo, la segunda mejor computadora de todos los tiempos, para obtener la respuesta al sentido de la vida, el universo y todo lo demás. Después de siete millones y medio de años meditando la pregunta, Pensamiento Profundo declara que la respuesta es cuarenta y dos, razonando que la pregunta fue mal planteada y debe ser formulada correctamente para entender la respuesta.
Ese es el punto, la pregunta está mal planteada y la respuesta “cuarenta y dos” me parece hasta pedagógica. Y es que no hay “el sentido” de la vida. Cada uno debe encontrar el suyo y personal.
El motor de ese sentido se forma de pequeños y fugaces momentos de extrema felicidad; de caer exhaustos y beodos excedidos por la belleza. Son esos momentos en que el alma es más grande que el cuerpo que la contiene y se extiende y escapa abarcando habitaciones enteras. Son esos instantes fugaces en que sos Dios en su infinito amor. Esos momentos breves en que decís “podría morirme aquí, en este momento; esto garpa todo lo malo que haya pasado en toda mi vida, y no necesito más”
Pero uno también necesita un sentido en forma de dirección, un hilo conductor de estos instantes sublimes. Y se puede transitar toda una vida sin encontrarle ese rumbo..
Yo tuve la suerte de encontrarlo. Sí, aunque no lo crean, este nabo encontró el sentido último de su vida. Sé para qué viví. Y quizás la razón de mi propia vida duró relativamente poco, pero una razón de este tipo no es temporal sino definitiva. Mi vida ya garpó, y lo que queda es de yapa. Hasta esa suerte tengo.
De todos modos, y ya sin un rumbo, los momentos sublimes siguen llegando (esa y no otra es la yapa). Y aunque encontrar alguna vez un rumbo en forma de sentido es raro, todavía puedo salir a ver si me tropiezo de nuevo con otro ¿qué forma tendrá? ¿quién lo sabe? Yo creo que cuarenta y dos.
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¿Para qué estamos en la vida?
ResponderEliminarNo hay razón alguna. No estamos para nada en particular.
¿hay algo más?
No. Es una extraña y curiosa casualidad, la cual está en nuestras manos aprovechar para algo, o no.
¿Por qué cuando tenemos todo lo que pensamos que queremos aún nos sentimos vacíos?
Porque necesitamos enfrentar la cuestión última, y encontrar genuinamente nuestra propia respuesta, superando la sensación de abismo.