Avanti, bersaglieri, che la vittoria é nostra!

domingo, 26 de mayo de 2013

Otra, otra

En una habitación cuatro hombres juegan a las cartas. Por la única puerta del lugar ingresa un ser que se presenta como el Demonio. Uno de los jugadores, llamado "A", le dice que ya son cuatro y no tienen intenciones de aceptar a un quinto jugador. El demonio les explica que no quiere jugar con ellos, que el destino no es un juego y que lo que está en juego es el destino de los cuatro jugadores.
"A" le replica que su discurso es demasiado confuso para provenir del mismísimo Demonio. Que si realmente fuera Satanás no tendría necesidad de andarse con vueltas. El demonio les pide que le crean, y les explica que él es él mismo. Les dice "Yo soy yo mismo".
El jugador "C" indica que lo que acaba de decir es una tautología, y que sólo alcanza para probar que es coherente, pero que realmente no agrega ninguna información ("C" es un lógico). El jugador "D" interrumpe diciendo que no cree en la existencia del demonio, por lo que existen dos posibilidades: El intruso es un farsante, o redondamente no existe ("D" es ateo). El Demonio empieza a sulfurarse y les pregunta -¿Ustedes me están cargando?
-No- Explica rápidamente "A" -Hablamos en serio- ("A" es serio en serio).
El Demonio les concede la posibilidad de una demostración, o al menos es lo que se entiende cuando les dice "Les concedo la posibilidad de una demostración", y luego agrega "¿Qué necesitan para convencerse de que soy el Demonio?"
"C" le dice que si mata al Demonio quedarían convencidos, es decir, que se mate a sí mismo, eso probaría que existe, dado que aquello que no existe no puede morir. El Demonio piensa un instante y en seguida descubre la trampa, entonces sin mediar una palabra más señala a "C" con el dedo y éste, "C", muere; es decir "éste se muere".
"A", "B" y "D" exclaman -¡"C" murió. Esto significa que "C" era el Demonio! Ahora creemos en "C" ¡Qué diablillo!-
El Demonio, al borde de la desesperación grita -¡No! ¡Soy yo, imbéciles!
El jugador "B" le dice -¡Ah! Entonces tú eres "C"- ("B" no entendió nada desde el comienzo, al igual que quien escribe). El demonio exclama "¡Con un demonio!", entonces desiste y afirma claramente vencido -Si, yo soy "C"- entonces se sienta en el lugar de "C" y continúa el juego.
Quién ganó la siguiente ronda es un misterio, sin embargo nadie cree que haya sido "C" ni el demonio, que ese día no tuvo gran suerte.
Repentinamente "E" abre la puerta, mira a los cuatro y exclama "Este juego se acabó". Las luces se apagan y baja el telón. Se escuchan aplausos. Se enciende una única luz cenital sobre "E", a quien también llaman "Dios", y éste se inclina ante un público del cual duda (Dios es agnóstico).

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