“El que se murió y no se dio cuenta”. Breve, conciso y sin ambigüedades, como una patada directa a los huevos. Y sin embargo hay algo que no me suena bien...
¿Qué es ser un muerto en vida? ¿Batista en la selección campeona del mundo? ¿Emanuel Ortega en el video “Se fue el amor”?
No lo creo. El primero salió campeón del mundo a pesar de sus capacidades especiales, y el otro se hizo famoso a pesar de lo mismo.
Se puede decir mucho en contra de Emanuel Ortega. El arte suele tener ese atributo catártico de despertar en el espectador sentimientos. Y el video de “Se fue el amor” me inspira imagenes tristes del estilo “un kilo de helado con mucho de quinotos al whisky y muy poco de dulce de leche granizado” ¿? Hay que reconocer que Funes Mori es mucho más efectivo a la hora de evocar tristeza, sin embargo, Emanuel dista mucho de parecerme un muerto.
Hay otros personajes que van mucho más bajo y, por ejemplo, prefieren ahondar en la vida de los demás antes que en la propia. Disfrutan de pasar el día mirando como duermen o como se rascan el culo un grupo de giles sin talento a los que muestran en tiempo real por la tele. Si hay algo parecido a no tener vida es eso. Pero no sé, la idea de andar por ahí señalando gente al grito de “I see dead people” me parece simpática, pero no por eso real. Después de todo, la necesidad de evitar el espejo no es estar muerto.
La gente tiene un paso efímero por la vida, y cada uno lo resuelve como puede. Algunos la evaden, otros se la pasan chocando a la turba con paso de murga y los de más allá se lamentan desde que se levantan hasta que se acuestan. Pero al menos todos juegan un papel.
Dios nos puso a bailar en una habitación con una silla de menos, y cuando cortó la música corrimos a ver qué actitud podíamos agarrar para enfrentar la vida. Algunos corrieron hacia la silla más cercana, necesitaban asegurarse un lugar sin importar cuál; otros corrieron más lejos, tanto más arriesgados como pretenciosos.
¿Qué silla buscaste? ¿Con cuál te quedaste? ¿Con la segura o con la difícil de la otra punta? No se puede andar señalando cuando lo que apremia es la vida. Todos buscamos una silla en el baile y cada cual agarra la que puede.
¿Muertos vivos? No, simples mortales, repasando el álbum de fotos que seamos capaces de soportar.
Hace unos meses hubiera dicho que los muertos vivos son aquellos que eligen la silla cerquita, hace unas semanas me hubiera preguntado de qué sirve elegir la de la otra punta. Y ahora digo que, en fin, no hay muertos vivos, no se puede subestimar así a la gente. Después de todo, elegir, de la manera que sea, es estar vivo.
Así que, amigo que me tiraste el tema, sé que esperabas un ditirambo hacia los que viven intensamente; y que quizás esperabas que hundiera con imágenes ridículas a los que vuelan bajito. La vida es demasiado difícil como para agarrárselas con gente que la lleva de la mejor manera que puede. Prefiero reservarme para ir contra las personas de mala voluntad, esos que sí se merecen la patada en el pecho.
No será lo que esperabas que dijera, pero... no le voy a mentir.
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