Avanti, bersaglieri, che la vittoria é nostra!

lunes, 24 de junio de 2013

El sueño

Ese sueño estaba tan lleno de oscuridad, de silencio, atestado de fría e insípida muerte. Él sabía que era sólo un sueño. Pero también sabía que no poder escapar de una pesadilla es teñirla de realidad, es convertirla en certeza y darle ese falso absoluto que distingue a la existencia de la extinción.
No quería permanecer en ese silencio difunto, en ese vacío tan limpio, tan inocuo.
Sus ojos navegaban abiertos y a la deriva en una noche sin firmamento. Pero sabía que en realidad estaban tan cerrados como su fría boca; como sus manos, calladas e inmóviles; como sus pies, mudos y desnudos.
En medio de su abismo buscó fuerzas. Intentó reunir a esas heroicas huestes que a veces logran torcer un destino, que a veces logran enderezarlo. Buscó el brío, la osadía; persiguió el descaro y el desgarro; hostigó a esa fuerza redentora que acude cuando ya no queda nada y la utilizó toda de una vez, como un disparo; pero esta vez la dirigió al funesto, al sombrío portador de la paz inútil. Esta vez dirigió su proyectil contra el siniestro, contra su pesadilla patibularia.
Se montó en esa bala y atravesó el puente infinito. Transitó los nebulosos pasajes, los eternos laberintos. Pasó los muros sin temer al misterioso y lóbrego cancerbero y cruzó el río sin dar cuentas al insobornable Caronte.
Abrió sus ojos. Dormido aún los abrió.
Y allí estaban todos ellos. Sus amados compañeros de naufragio. Por un segundo los vio. Los acarició con sus pupilas débiles pero profundas, aún encendidas.
Les obsequió una mirada y un dulce silencio. Ya no le quedaban fuerzas para intentar juntar palabras.
La noche lo venció y cerró sus pesados párpados. Y volvió a dormir. Y regresó exhausto a su sueño, a su muerte. Pero por un segundo, quizás dos, vivió.
Quizás por dos segundos su sonrisa, la de ella, provocó el maravilloso escalofrío que recorrió su espinazo y un cosquilleo le dio el regocijo y el valor para volver a soportar, una vez más, aquel delirio aciago, aquel desamparo imposible, aquella pesadilla tan muerta.

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